viernes, 6 de marzo de 2009

FUE EN KING, Y SE MARCHARON CANTANDO

El día llegó con pesadilla. Esa mañana el pueblo de King, islote perteneciente a Australia, despertó con el canto de las ballenas. Pero no era un coro de vida o felicidad. Era miedo. Angustia. Desesperación. Tal vez un pedido de auxilio a otras criaturas marinas, o tal vez a los hombres como última esperanza. Quizás solo se despedían. Durante la noche más de doscientas quedaron varadas en la ensenada y no pudieron retornar al océano. El ardiente sol del verano conspiró contra ellas, y por mucho que intentó el pueblo de King, la mayoría pereció en medio de la rabia frustrada y la impotencia amarga de esa gente que las acompañó en su agonía. Debió ser extraño mirar a los gigantes del mar perecer así, desorientados, sin poder regresar del camino errado que habían tomado. ¡Qué frágiles e indefensos resultaron al final! Doloroso, pero son cosas que pasan.

JC

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