jueves, 21 de mayo de 2009

¿EN DÓNDE ESTÁS?

-A veces duele tanto…

Quisiera abrazarte y fundir mi cuerpo en el tuyo, pero no estás. El calor que acompañaba mis noches ha cesado. Mirarme en tus ojos con tan sólo volver el rostro siempre me maravillaba, qué bien me veía en ellos, porque me querías. Tus brazos delgados y tus manos pequeñas tenían el poder de dejarme sin aliento, derrotándome en la batalla del amor, pero reposar tan sólo unos segundos en tu pecho bastaba para recuperarme.

Dime, ¿te acuerdas de mi mirada, esa que te hacía sonreír porque te parecía pícara, brillante y amistosa, porque dejaba ver ‘un alma’ alegre y soñadora? ¿No esperas verme aparecer al dar una vuelta para colgarte de mi cuello? ¿No sientes deseos de pronunciar mi nombre? ¿Te dolerá al recordarme como me pesa el pensar en ti?

Anoche la noche duró demasiado y en medio de tanto silencio no podía dormir. No sabía que sonido faltaba… hasta evocar los latidos de tu corazón. Qué grande me parece ahora mi lecho, que silencioso mi apartamento… que vacío todo. Pero esto ya lo he vivido, me repito; no obstante imaginar los días que vendrán, sin ti, me roban la paz.

Ahora extraño a la gente que de tarde en tarde, en algún momento, me dijo “te quiero, vaquero”, porque ahora tú, tal vez, ya no lo harás.

JC

lunes, 18 de mayo de 2009

HASTA MAÑANA

Voy a cerrar los ojos en voz baja, voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja para la muerte, que es su pobre dueño.
La voluntad suspende su latido y yo me siento lejos, tan pequeño que a Dios invoco, pero no le pido nada, con tal de compartir apenas este universo que hemos conseguido por malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo: me duermo débil, sueño que soy fuerte, pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me digan cuando me despierte.


Mario Benedetti
D.E.P.

miércoles, 13 de mayo de 2009

ALGUNOS AÑOS DESPUES…

Ahora volvemos con esta historia sobre Ennis del Mar, a quien habíamos dejado recordando el momento exacto cuando conoció a su nuevo amor, Ed. Para mí, la cosa es hasta anatema. Él no tenía ningún derecho a olvidar a Jack Twist, pero digamos en beneficio de otros, que si; bueno, qué se le hace. Pero esta es sólo una trama marginal.

La historia de esos dos, Ennis y Jack, sí era definitivamente una historia de amor. Supongamos que no el primer encuentro cuando Jack decide mandarlo todo al diablo y aproximarse a ese carajo tosco y bien parecido que estaba a su lado, enloqueciéndolo, y se entrega a él, necesitándolo, deseándolo tanto, lleno de ganas porque el otro fuera su hombre. Acordemos que hasta ese momento la cosa había sido carne, lujuria, el deseo de dos jóvenes calientes que deseban sexo, dándose latazos y frotes. Pero una vez que Ennis decide que todo eso, toda esa locura de los sentidos, no volverá a ocurrir porque no es ningún marica y todo eso para él había sido un feo trauma que lo enfrentaba a todo lo que era y deseaba ser, pero obligado por algo más fuerte que él mismo a regresar esa noche a la tienda donde un Jack “con el joven torso desnudo y los ojos llenos de estrellas”, lo espera, y cada uno constata en la mirada del otro la intensidad de lo que sienten, allí la cosa cambia.

Aún el escéptico más grande al respecto no puede encontrar otra explicación como no sea un ataque de pánico y desesperación, la agresión de la que Ennis hace víctima a Jack cuando están a punto de bajar de la montaña. Era la única forma en que ese hombre cerrado en sí mismo podía dejar salir lo que sentía, la rabia, la impotencia y desesperación al ver que la estación terminaba y Jack se iría de su vida y no había forma de detener nada de eso; o como la escena que sigue al enfrentamiento con Alma cuando ella le grita que sabía de todas sus cochinadas con el tal Jack, y sale tan mal que ataca y golpea al tipo del camión, buscando al mismo tiempo ser agredido, tal vez castigado por sus ‘pecados’. Ennis era complejo, amaba a Jack pero no podía permitirse amarlo, por lo que condenaba a todo el mundo a la infelicidad: a Alma, sus hijas, a Jack y hasta la mujer de Jack.

Pero, a pesar del rechazo a los sentimientos y a lo que se es, Ennis del Mar no puede dejar de pensar en Jack Twist, de extrañarlo, de añorarlo, entendiendo que su vida vacía, sin felicidad, sin ternura, era así porque el otro no estaba a su lado. Es por ello la escena del reencuentro, de los besos imprudentes a los pies de unas escaleras, o la ida al motel, o los celos terribles que hacen que Ennis casi amenace de muerte a Jack si sabe que va a México a entregarse a otros hombres. Para mucha gente eso puede parecer ridículo, o idiota. La idea de una necesidad tan grande, de una añoranza por un cuerpo, una boca, unos brazos y unos besos que ni el tiempo ni la distancia pueden apagar, o el que se viva soñando con eso todo el tiempo sin poder sentirse jamás feliz, o tranquilo, puede parecer algo tonto a demasiados. Muchas personas parecen encontrar alivio o una razón de ser en cada encuentro fortuito, en algo rápido e indoloro.

Pero tal vez para otros no sea así, hay quienes aman de tal manera que a veces asustan. Tal vez para algunos no baste con cualquiera, no puede ser este o aquel, sino esa persona en especial, a la que ‘miran’ en cada rincón sin que esté, a veces como una sombra vaga captada por el rabillo del ojo que acelera el corazón y luego lo deja dolido al ver que todo era una ilusión. Tal vez por eso hay personas que sin ninguna razón aparente, ni ningún motivo para rechazar, dicen no. U otros, que en la soledad e intimidad de sus casas, sencillamente deciden que ya no pueden continuar, que ya no pueden soportar un día más en esa forma, y toman resoluciones mortales; y luego todos se preguntan por qué hizo eso. Creo que la cantante mexicana Amanda Miguel, tenía una canción que hablaba de eso: ella no salía con cualquiera, cualquiera no la hacía feliz, ella quería esperar la primavera. Tal vez Ennis del Mar, y el mismo Jack, eran de ese tipo. Me gusta creer que realmente hay personas así…

UN DÍA, AÑOS DESPUES DE BROKEBACK MOUNTAIN… (2)
Dime Heath, ¿dónde está tu amigo del alma…?

Mientras arrancaba la furgoneta, alejándose de la cabaña, Ennis se pregunta por qué tantos recuerdos justo esa mañana, después de todo sólo una más de tantas que ha tenido durante muchos años. De tarde en tarde recordaba algo del pasado pero nunca todo de golpe. Su mirada, bajo el sombrero, se eleva y mira el firmamento a través del parabrisas.

“Es por el cielo. Es por este cielo con el color de los ojos de Jack Twist”. Y pensar en él le eriza la piel una vez más. “Jack, si yo hubiera sido un hombre de verdad con el valor para enfrentar mi vida, quizás hubiera sido tu imagen, amable y amada, siempre con esa tristeza suave en tus ojos cuando yo partía, y no la de Ed la que habría visto despidiéndome con un gesto por el espejo retrovisor”, reconoce, sintiendo como el corazón se le encogía en el pecho. Pensar en Jack y en Ed, lo lastimaba, cuestión que siempre había estado allí, latente. El dolor que había sentido por la muerte de Jack, algo que pensó que lo enloquecería de tanto sufrimiento y que finalmente lo mataría también, por su ida definitiva (nunca como en ese momento entendió lo terrible que era la muerte), se había mitigado un poco con los años y la llegada de Ed, que lo había cubierto con su entrega y cariño, tanto que en determinados momentos podía olvidar la herida, o que Jack alguna vez había estado ahí.

“Pero basta sólo con un cielo azul y claro como el de hoy para que vuelva a ver sus ojos grandes y su sonrisa traviesa, fanfarrona, alegre y hermosa, como lo vi el primer día que le conocí, cuando tuve que bajar la mirada ante su presencia, porque sentí que se me ponía roja la cara, la piel se me erizó y me costaba respirar, y temí que él lo notara. El momento más extraño de mi vida hasta ese instante. Cómo me asusté cuando lo miré”. Ahora una imagen copaba totalmente su mente y sus recuerdos: Jack agotado frente a un fuego casi apagado. Y el tiempo desapareció, Ennis lo sintió en la piel, todos esos años no habían transcurrido, porque ahora, muchos años después, pudo volver a sentir contra sí ese cuerpo fuerte, joven y amado, que él había abrazado y acunado desde atrás; podía percibir otra vez el suave aroma a hombre saludable y aseado que le llenó las fosas nasales al apoyar la nariz en su nuca que se eriza levemente ante su contacto, su piel siempre respondía a sus toques, a su proximidad, y era otra cosa que le encantaba de Jack Twist, por lo que tuvo que soltar un rápido y leve beso en esa piel tibia y amada, antes de susurrarle: “Eh, amigo… te duermes de pie como los caballos…”. Ahora, años después, Ennis notó como su mirada se nublaba… justo antes del accidente.

El súbito estallido lo regresó a la realidad, pero de un modo extraño, uno que le hizo entender que tal vez una vieja conocida había venido por él al fin; todo parecía desplazarse en cámara lenta. Entendió que un neumático había estallado y que ya no tenía control sobre la furgoneta que había comenzado a derrapar. Y con un escalofrío, sintiéndose algo culpable, supo que ya no estaba sólo.

-Cuidado, vaquero. –parecía vibrar una advertencia en la cálida voz.

-¡Jack!

-¿A quién esperabas en este momento, Ennis?

Ennis miró. Sentado a su derecha estaba él, con su camisa azul preferida, con su sombrero negro de ala ancha, con su mirada hermosa y su sonrisa de siempre; joven y fuerte, como lo vio un día a la entrada del trailer de un carajo al que ya no recordaba, al pie de Brokeback Mountain. El hombre hundió el pie en el freno sin ningún resultado sobre el vehículo que derrapaba más y más hacia el abismo.

-¡Jack! –lo miró suplicante, como asustado, y el otro lo miró largamente.

-¿Pasa algo, Ennis? Creí que estabas listo…

-Así no, Jack. –casi gimoteó en voz alta, y todo se detuvo en seco: el giro enloquecido que describían, el polvo en el aire, el paisaje rodando a su alrededor, todo paró en el acto. Tragando saliva se volvió hacia Jack, y pronunció palabras que lo sorprendieron mientras iban saliendo de su boca, como si fueran algo ajeno a él.- Ahora no, Jack… -repitió.

-¿Pasa algo, vaquero?

-No puedo irme así, Jack… Quiero despedirme antes de Ed; quiero poder decirle adiós y que lo extrañaré, decirle que el tiempo juntos fue bueno, y agradecérselo. No quiero que él pase y viva, lo que pasé y viví yo cuando te fuiste, sin que pudiera verte antes. –le dolía decir eso, por lo que le extrañó notar ensancharse la sonrisa de Jack, quien miraba hacia arriba por el parabrisas.

-Eso no depende de mí, Ennis. Nunca ha dependido de mí. Es sólo la fuerza de tu amor, de tu dolor, de tus recuerdos y nostalgias lo que me retienen aquí, lo que me hace aparecer de vez en cuando… y no deja que yo parta a otro lugar. –lo dice y parece escrutar el cielo en busca de una señal, tal vez de ese ‘lugar’.

-De mi amor y del tuyo, ¿verdad, Jack? Porque tú me… amabas, ¿verdad, Jack? –suena preocupado, como el niño que espera ver en los ojos de su padre, viejo y cansado después de toda una vida de contacto seco y distante, la aprobación y el afecto. Jack lo mira largamente a los ojos.

-Mi amor por ti nunca estuvo en discusión, Ennis del Mar. De mi devoción por ti nunca has podido dudar, tan sólo quizás del tuyo. –callan y se miran.- ¿Vas a hacerlo ahora? Yo sigo esperando, estoy aquí esperando por ti… -y el viejo dolor que lo había acompañado toda su vida, le golpeó de nuevo el pecho a Ennis del Mar. ¡Una salida, había una salida!, Jack le hablaba de un lugar, de un paso, de ir a otro sitio, un punto donde estarían juntos, pero aún así, tuvo que responder.

-Quiero a Ed, sin él no habría encontrado fuerzas para continuar viviendo. Me gustaría… -y la mirada se le nubla, y le duele detectar tristeza en Jack; porque sabía que era por su culpa, aún después de tantos años seguía lastimándolo.

-¿…poder decirle lo que sientes? –terminó por él, Jack, y la sombra oscura de dolor que cruzó su azulada mirada hizo que Ennis se deshiciera en lágrimas.- Entiendo, es importante oírlo decir… -remachó con voz queda.

Ennis cerró los ojos incapaz de soportar continuar mirándolo, arrasado por el arrepentimiento y la culpa. Cuántas veces esas palabras no pronunciadas habían abrazado su boca y garganta como el trago más amargo (te amor, Jack Twist) al tenerlo entre sus brazos, a la luz de las estrellas. Habría sido tan fácil decírselo mientras él reposaba contra su pecho, hablando soñadora y alegremente de comprar un rancho, algo para los dos, donde estarían juntos y serían felices. Cuántas veces no se mordió los labios hasta sangrar, al ver partir a Jack en una de mil despedidas, con esa luz que brillaba en sus ojos, luz de espera, de esperanza por oírle decir (te amo, Jack Twist) algo. Soltando una mano del volante, Ennis la lleva a su rostro, intentando sofocar el llanto que subía por su garganta y lo ahogaba, uno que era bilioso, el sabor de la culpa.

-Perdóname, Jack, perdóname mi dulce Jack Twist… -gimoteó incontrolable, al tiempo que sintió sobre su hombro la cálida, fuerte y joven mano del otro que lo zarandeaba un poco, con aire animoso.- Perdóname por todas esas despedidas áridas, por todas las cosas que no te dije y que merecías oír. Perdóname por no decirte cuan feliz, vivo y dichoso me hiciste en esos días que…

-Joder, Ennis del Mar, toma el volante, ¿o es que quieres matarte?

Y sin más, se vio haciendo girar noventa grados el vehículo, hasta detenerlo a un par de metros del precipicio. Aún lloraba cuando apagó el motor y apoyó la frente sobre el volante, y no necesitó mirar a su lado para saber que estaba solo otra vez, y eso también dolía. Jack había hecho su parte, y se iba, como el dulce ángel de la guarda en que se había convertido, quisiera o no, desde que él se aferraba a su recuerdo de forma desesperada y desolada, temeroso de olvidar algo de su cara, de su risa, de su ternura y que el recuerdo desapareciera finalmente en la nada, eso, lo único real que un día lo hizo sentir y vivir. Jack había cumplido y se marchaba, y al hombre le asustaba eso, ¿por cuánto tiempo se había ido? ¿Por un rato? ¿Volvería mañana cuando lo invocara al despertar, como cada mañana? ¿O estaba dirigiéndose a otro lugar, uno donde siempre había luz, paz, tranquilidad, y se recostaría en el verde pasto, sonriendo dulcemente, mordiendo una brizna de paja, somnoliento, acogido por suaves rayos de sol que no calentarían sino lo justo, disponiéndose a descansar un rato, a esperar, a esperarlo a él hasta el momento en que cayera nuevamente en sus brazos?

Ed acababa de atender a los caballos y salía entrecerrando los ojos por el deslumbrante sol de la mañana cuando vio acercarse la furgoneta de Ennis, renqueando con uno de los neumáticos pinchados. Fue a sonreír y a bromear sobre algo, pero al ver bajar al otro con expresión turbada, sombría, dejó caer lo que tenía en las manos y corrió junto a él. Rozó con sus dedos el rostro ceniciento, y lo encaró preocupado.

-Ennis, ¿qué tienes? ¿Te encuentras bien? –pero por toda respuesta, el otro lo miró en forma desvalida, abrazándolo luego muy fuerte y durante mucho tiempo, hasta que al fin le oyó en un murmullo corto, entrecortado.

-Quería decirte que… -y no puede.

-¿Decirme qué? ¿Estás bien? ¿Qué te pasó? –y lo miró a los ojos, extrañamente brillantes y húmedos, cuando Ennis se separó un poco de él.

-No es nada malo, sólo que… creo que nunca te he dicho… -y la cara se le contrae en un puchero de vergüenza, de temor a expresar lo que siente.- …cuánto significas para mí. Te quiero mucho, pero no te lo he dicho, ¿verdad? –y calla, notando la sorpresa del otro y como su mirada se ilumina (así habría resplandecido Jack, piensa y le duele, le duele mucho). El otro había enmudecido de emoción, y sólo pudo abrazarlo con más fuerzas, reteniéndolo contra sí, acunándolo.

-No hace falta que digas nada, Ennis. –respondió Ed, al fin.- Hay cosas que se sienten, que se saben, que no hace falta decirlas. Yo lo sé. Sé que me quieres, que me tienes mucho cariño. –termina con voz soñadora, algo hueca.

Luego sintió las lágrimas ardientes de Ennis en su cuello, y no pudo decir nada más. Volvió a abrazarlo con fuerza y los dos estuvieron mucho tiempo así, enlazados, unidos, corazón contra corazón, con la gran extensión de terreno agreste, con la cabaña, la caballeriza y una lejana montaña azulada al fondo, como únicos testigos del cariño de esos dos hombres que habían decidido compartir una vida porque se necesitaban y eran felices estando juntos como no lo habían sido en mucho tiempo, cada uno por su propia historia; aunque sabiendo que sus familias no lo entendían, y que otros los mirarían con repulsa, burla, agresividad o desprecio.

Ed lo abraza y siente un leve deseo de llorar también. De felicidad, de sentir a Ennis así, ese hombre rudo y tosco que una noche lo sedujo con su mirada ardiente, de tortura, sabiendo que escondía un alma hermosa, apasionada. Sin embargo, Ed sabía que Ennis lo ‘quería’, le tenía mucho ‘afecto’ y ‘cariño’, pero amor no se había pronunciado. A él no le importaba, porque nadie podía tener a Ennis del Mar para sí más de lo que él lo sentía ahora. Comprendía que esas lágrimas del otro eran en parte por sus sentimientos hacia él, pero también una tardía confesión de culpa por cosas que no dijo antes. Eran palabras y lágrimas dirigidas a un silente y amable fantasma que a Ed le constaba que existía. El recuerdo de un tal Jack Twist. De tarde en tarde, cuando cenaba con Ennis a la mesa, y hablaban, Ed podía percibir con el rabillo del ojo, algo retirado en la mecedora de la esquina, la presencia del amable espectro que convivía con ellos.

“Yo lo amo, Jack”, se había visto obligado a recitar con urgencia más de una noche, cuando al entrar en el dormitorio principal encontraba a Ennis sentado en la cama, con una almohada aferrada contra sí (¿soñando con otro cuerpo?) mirando por la ventana, hacia la lejana montaña, alejado en el tiempo, con los ojos llenos de ayer, brillantes de nostalgia y amor. “Yo también lo amo, Jack. Deja que se quede conmigo un tiempo más, por favor; luego será tuyo, como siempre lo ha sido”.

Ennis gimotea todavía, quieto, recostado del otro, sintiendo su aroma, su calidez. Lo quiere, lo quiere mucho, pero su mente era un caos. “Jack… Jack… ¿estás aquí? No te vayas todavía…”. Y le avergonzaba pensarlo. Nunca estaría seguro de si fue el extraño y cálido viento que se levantó meciendo los viejos árboles, que susurraron a tranquilidad, o una voz en su corazón torturado, pero le pareció oír un timbre amado, lejano: “Deja de llorar, Ennis del Mar. Nunca me dijiste que me amabas, y aunque deseaba oírlo de tarde en tarde, cuando me reflejaba en tus ojos después de beber en tu pasión, siempre lo supe. En el fondo lo sabía. Desde el primer momento, cuando te vi y tú levantaste tu mirada huidiza y la bajaste, en ese momento lo supe, que eras mi dueño y yo el tuyo. Como lo supe ante tu llanto cuando temías que me fuera a México a olvidarte. Lo supe desde el principio y hasta el final, ese día, en esa carretera, mientras me… marchaba, pensaba en ti y sabía de tu amor. Nunca dudé de eso, aunque tú lo hiciste. Todo está bien, ¿ahora quieres hacerme el puto favor de seguir con tu vida un tiempo más? Déjame ir a descansar un rato. Te estaré esperando, de alguna manera sé que sí hay un lugar de miel y frutas, de césped verde y mullido, y cielos altos y hermosos en montañas eternas, donde el tiempo no pasa. Vive un poco más Ennis, yo te espero…”.
……….

Bien, fuera de una que otra libertad poética, o literaria, la historia es más o menos como la leí en aquel blog, del que espero alguien sepa cuál es y nos lo haga saber a todos. Realmente disfrutarán leer todas esos relatos como lo hice yo el año pasado.

En cuanto a la historia, creo que debo decir que la gente da demasiadas cosas por sentadas, y eso es arriesgado. Nunca se le dice a la mamá gracias por todo lo que hiciste, por todo lo que te preocupaste, por todo lo que amaste, por tus miedos por mi felicidad. No nos preocupamos a veces de si está triste, o anda molesta, o si se ve infeliz, ni le buscamos una explicación; como si de tonterías de viejas se tratara. Lo mismo pasa con el padre, o los hermanos. Hay gente que se pelea con sus hermanos por tonterías, malos entendidos o discusiones pequeñas y mezquinas y pierden meses y años de vida que no se habló con ellos, no se tomó algo de caña, se hizo una parrilla o se jugó dominó. A veces los sobrinos van perdiendo el interés o el cariño en esas separaciones que son idiotas y las familias terminan alejándose como extraños. Nada cuesta de ve en cuando mirar a todas esas personas a nuestro alrededor y decirles eso, que los queremos; o un: discúlpame por eso que te dije un día. Realmente hay palabras que tienen magia.

Por alguna razón la gente siempre cree que hay tiempo para remediar esto o aquello, para hacerle la vida más fácil a esta o aquella persona que tanto nos dio, para reconciliarse, para ayudar, para reunirse y amar otra vez; pero el Ennis del Mar viejo en su trailer, viendo la camisa de Jack sobre la suya con sus ojos llenos de amargura, remordimiento, dolor y amor frustrado debería servir de advertencia: nunca demos nada por hecho, ni siquiera el que tendremos el tiempo para cambiar y ser felices después. ¡Cuidado!

JC

EL REAL MADRID LO HACE A PROPOSITO

-Chamo, perdimos otra vez.

Y lo hacen tan sólo para molestar. Tomó mi diario mañanero de hoy domingo y lo primero que veo es la cara de Chávez, mandando para el cipote (así lo dijo) a la secretaria de Derechos Humanos de la OEA. Luego que hay marchas a favor del cura farandulero que pillaron en Miami dándose latazos con una muchacha en una playa (para mí que quería que lo vieran, ¿o no sabe que ese país anda lleno de gente que se mete en lo que no le importa?). Y los resultados del fútbol europeo. El Valencia derrotó tres a cero al equipo de las “estrellas” en Mestalla, (¡tres a cero, y en su casa!, qué felices debieron estar). Y lo peor es, hasta donde soporté verlo, que el equipo se vio pobre, desarticulado. Intentaban correr y les ganaban. En ningún momento dieron pruebas de fuerza. Al Valencia le salió bien. Muy bien. El resultado era importante para ellos por su lugar en la Liga de Campeones. Imagino, M, que andas festejando con el Barcelona. Ah, no, ahora que recuerdo como que no te gusta mucho el fútbol, ¿no? ¡Qué gitana resultaste!

En honor a la verdad, no le voy al Real Madrid hace tanto tiempo. Más bien desde la trifecta Figo, Zidane y Raúl. Cada uno me parecía (Raúl sigue pareciéndomelo) bueno en su campo. No me gustó cuando se llenó de tantos vedette (dígame ese Beckham). Pero ahora sólo me quedan ellos, ya que puse a los italianos, después de lo de Zidane, en mi lista negra.

No pasa nada bueno. O al menos no se refleja en este periódico. Ahora voy a casa de mamá, y será grato. Nos divertimos todos juntos, aunque los sobrinos se exceden en su energía malévola.
……

Hola, M, esto iba a enviártelo el domingo por la tarde. Un día como todos. Pero tuve un problema con el computador. No me molesta la canción de tu querido Serrat, el hombre es un artista.

JC

jueves, 7 de mayo de 2009

SERÍA FANTÁSTICO

Espero, querido JC, que no te enfades porque incluya en este, nuestro espacio, a Serrat.

Fue para mí un semi-dios hasta hace unos años, ya te conté la historia. Pero tengo que reconocer (y tú lo harás conmigo) que en su momento tuvo letras memorables. Nada es blanco o negro, todo el mundo se equivoca, y no todo es lo que parece, incluyendo a las votaciones pseudo.democráticas.

Estoy segura que, de haber leído esta letra antes de haberle oído hablar a él, habrías estado de acuerdo con ella.

Por todo ello, no seas rencorosillo con él y permíteme que incluya aquí esta canción, que no deja de ser un canto positivo (para una próxima entrada me reservo 'hoy puede ser un gran día')

Para los no catalano-parlantes traduzco la letra:

SERIA FANTÀSTIC- SERÍA FANTÁSTICO

Sería fantástico que yo estuviera equivocado y el water no estuviera ocupado, que hiciera un buen dia y me hicieran buen peso ,que San Pedro no cantara ni que le pagaran.

Sería fantástico que nada fuera urgente,no pasar nunca de largo y servir para algo, ir por la vida sin cumplidos llamando a las cosas por su nombre, cobrar en especies y sentirse bien tratado y mearse de la risa... y hacer volar palomas.

Sería todo un detalle, todo un síntoma de urbanidad, que no perdieran siempre los mismos y que heredasen los desheredados.

Sería fantástico que ganara el mejor y que la fuerza no fuera la razón, que se instalara en mi barrio el Paraíso Terrenal y que la ciencia fuera neutral.

Sería fantástico no pasar por el embudo, que todo fuera como está mandado y nadie mandara, que llegara el dia del sentido común y encontrarse como en casa en cualquier sitio... poderse equivocar sin correr peligro.

Sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios.

Sería todo un detalle(y todo un gesto por tu parte) que coincidiéramos, te dejaras convencer y fueras tal y como yo te he imaginado.

MINUTO 93




La religión ya no es el opio de los pueblos. Por lo menos no aquí, en este lado del mundo. Por aquí hace mucho que esa función narcótica la cumple el fútbol.

Hace días, quizás semanas, que a penas se oye hablar de la crisis. Hemos pasado de la angustia generalizada a ignorarla.

Ahora se habla del Barça. Y voy a poner ejemplos:

El sábado por la noche se jugaba contra el gran rival: el Real Madrid. España se divide básicamente en forofos (o simpatizantes) del Barça o del Madrid, culés y merengues. Por supuesto que muchísima otra gente adora a sus equipos, pero raro es el que, sea del Osasuna, del Betis, del Sevilla o del Logroñés, no tenga también su preferencia clara entre uno de esos dos equipos.

Yo soy del Barça, por supuesto.

Se disputaba un partido trascendental. En el Santiago Bernabéu. Si el Madrid ganaba se quedaba a un solo punto de nosotros, con cuatro partidos por delante... si el Madrid perdía la diferencia se iba a 7 puntos. Y además, seguramente por encima de todo esto, estaba la rivalidad, casi odio entre las dos aficiones.

'La manita' es una expresión que se utiliza en uno y otro bando (mano en alto, con los cinco dedos extendidos) para humillar al rival, recordando enfrentamientos históricos en que uno de los dos equipos encajó cinco goles... si buscas en un diccionario la palabra 'humillación' seguro que sale 'la manita'.

Pues bien, como ya he dicho, el sábado era la cita. Yo no tuve la precaución de tenerlo en cuenta antes de reservar mi billete de vuelta de Mallorca, y el partido me enganchó sin radio ni tele, entre la sala de embarque y el vuelo. Llamé a mi niña por teléfono mientras esperaba a embarcar, me contó, muy enfadada, que su padre le estaba haciendo rabiar, haciéndole gestos señalando al escudo del Madrid que llevaba en su pantalón y riéndose (era el 1-0).

En pocos minutos, no habíamos colgado todavía, mi niña me dijo 'espera un momento, mami' y oí como le preguntaba a su padre 'i ara, qui ha marcat?', a la respuesta de éste le siguieron unos gritos de 'oé, oé, oé, oé...oé, oé ' de mi niña... era el 1-1.

Hubo movimientos raros en aquella sala de embarque, pero no nos enteramos de mucho, hasta que al subir al avión un pasajero bien intencionado y mejor equipado nos informó "ya van 2-4".

Fiu... en el campo del Madrid... menuda remontada...

El vuelo Mallorca-Barcelona dura escasamente media hora y yo no había facturado mi maleta, así que bajé muy rápido del avión. Cuando salimos del finger algunos nos hubiéramos tirado cuerpo a tierra si no fuera porque íbamos cargados de cajas de ensaimadas: un energúmeno empezó a gritar como un loco en uno de los bares de la terminal. Gritaba con una voz ronca, tardamos unos segundos en distinguir que lo que decía era 'GOL'... enseguida se hizo casi un círculo a su alrededor... gente con caras cansadas, todos con una maleta en una mano y ensaimadas en la otra, y todos con cara de interrogante 'gol, si, vale, pero....¿de quién?', sin que llegaramos a preguntarlo él contestó... "Gooool de Messssiiii !!!!" y le contestó un coro de "oh!", "Ah!", "Vaya!", y expresiones menos elegantes... la mayoría de las caras sonrientes... algunos, los menos, escaparon corriendo y cabizbajos... ¡habíamos alcanzado la manita!

Mientras esperaba a mi padre, que venía a buscarme, se oyó un estruendo de bocinas y gritos... una pareja que esperaba a mi lado se separó y él salió corriendo a la calle. Enseguida volvió sonriente, moviendo la cabeza de lado a lado: "¡¡El sexto!!".

Nueve de la mañana del lunes 4 de Mayo. Los compañeros van entrando en la oficina, la conversación es sólo una. Las sonrisas, los comentarios, "¡qué pasada!". Porque parece ser que, además, se jugó muy bien, mejor aún de lo que se viene jugando desde que Guardiola, un símbolo de este equipo que fue jugador y capitán indiscutible en los noventa, asumiera el puesto de entrenador casi de rebote.

Hace meses que se disfruta del juego del Barça, hace unas semanas que la gente vive apasionada.

Ayer se jugaba la vuelta de las semifinales de la Champions. Chelsea-Barça. Partido de ida 0-0. Pintaba bien.

A las 8 y cuarto me crucé con un vecino con el que solemos hablar largo y tendido. Se disculpó "Marga, lo siento, llego tarde, había quedado a las 8 en el bar para ver el partido".

La gente queda en los bares (esa puñetera manía de emitir los partidos por canales de pago...), rien y beben en la previa... gritan juntos en el partido... se abrazan y felicitan al final.

El Barça lleva toda la temporada haciendo buen juego, dando espectáculo y goleando, pero parece ser que ayer se le olvidó todo eso. En la primera parte encajamos un gol. "no pasa nada, con que marquemos sólo uno ya ganamos, por aquello del valor doble de los goles en campo ajeno".... y era verdad... no pasaba nada... absolutamente nada... durante los primeros 93 minutos del partido (por si alguien no lo sabe, un partido de fútbol suele durar 90 minutos).

La gente se preguntaba qué estaba pasando. Yo estaba oyendo el partido por radio, por primera vez en toda la temporada.(Tuve una sobredosis de fútbol en una época de mi vida que me hace mantenerme ahora un poco al margen de la mayoría de partidos)

Pero llegó el minuto 92. Decidí que quizás yo era la gafe y apagué la radio. Pensativa. No podía ser que nos quedáramos fuera de la final. No habían pasado ni diez segundos cuando escuché un gran golpe en el piso de arriba, casi simultáneamente unos gritos en el de abajo.... y luego.... la avalancha!!!...

Iniesta marcó un gol perfecto en el minuto 93. Un gol que nos clasificaba para esa final, sin tiempo a que el Chelsea reaccionara.

Salí a la terraza. Lo que ví era maravilloso. Similar a ese vídeo que corre por internet en el que unos bailarines invaden Liverpool Station y consiguen contagiar a gente de todas las edades con sus bailes: los dos bares que se ven desde mi terraza vomitaban gente a la calle, todos con los brazos en alto, todos chillando... se oyeron petardos... los balcones estaban habitados por gente con camisetas del Barça ¡gente que se ponía la camiseta para ver el partido en casa!.. de la parte de arriba de la calle bajaban más volando que corriendo dos chavales, se fundieron en un abrazo con otro que les esperaba en la puerta del bar... salía gente de los portales a celebrar en la calle... un vecino del bloque de enfrente sacó los altavoces de su equipo a la ventana de su séptimo piso y sonó, todo lo alto que pudo, We are the Champions de Queen, una y otra vez. Cuando un rato después los gritos bajaron un poco su intensidad y los de la calle empezaron a oir la música muchos bailaron.

Estuve un buen rato observando hipnotizada, con una sonrisa idiota en los labios y la radio pegada a la oreja. Lo que ayer viví fue hermoso, a pesar de no poder bajar a la calle a saltar y gritar, ni haber ido a Canaletas, lugar de reunión y celebración de la afición culé. Cuando volví a entrar en casa tardé un rato en encontrar a mi perra, se había escondido todo lo bien que había podido, asustada por los gritos y los petardos.

Hoy éramos todos un poco más felices... hoy nadie hablaba de la crisis....y el fin de semana podríamos salir matemáticamente ganadores de la liga, la semana que viene jugamos la final de la Copa del Rey y a final de mes la final de la Champions... la cosa pinta bien.

Aunque una pregunta me ha asaltado esta tarde.... los merengues ¿pensarán en la crisis todavía?

martes, 5 de mayo de 2009

UN DÍA DE ESOS…

Desperté, solo en mi cama (¿dónde andabas, amada mía?), a las cuatro y cuarenta de la mañana, que para mí todavía es noche cerrada, aunque he oído por ahí de gente que despierta a las tres de la madrugada preparándose para salir al trabajo. Yo no.

Me despertó el movimiento de mi cama. Todavía adormilado, no entendí que pasaba. La cama, grande, se balanceaba de adelante atrás, la caída de unos libros me lo explicó: estaba temblando. Fue un movimiento sísmico que duró, dicen, once segundos. Me parecieron más mientras esperaba que terminara e intentaba alejar mórbidos pensamientos de techos cayendo.

Salté de la cama. Vi luces encenderse, gente bajar a los estacionamientos, oí perros aullar. Como nada pasó regresé a mi lecho. Duermo hasta las seis. Vivo en el Centro y es fácil para mí llegar al trabajo. Desperté nuevamente, y me encuentro con que… llueve.

Pero no una ligera lluvia. No, era un palo de agua. Qué fastidio. Qué flojera. Pensé en no salir. El temblor, del que oí luego tuvo una replica quince minutos después, mientras dormía, tenía a Caracas y sus alrededores, alarmada. Pero mi jefa estaba de viaje, y perder un lunes sin motivos de cusa mayor es feo.

Esperaba que dejara de llover. Y no paraba. ¿Mi paraguas? Misterio. Debe estar allí donde terminan, como dice M, calcetines y lapiceros. Bajé, corrí un poco bajo la llovizna. Subí a un bus… para encontrarme con un aumento del pasaje. Cómo molestó a la gente el alza de esos quinientos bolívares de los viejos.

Llegué al trabajo… revisé el correo y M continuaba ausente. Divirtiéndose en quién sabe dónde. Y con quiénes. No era justo, recuerdo que pensé.

Y esperé en mi oficina, deseando verte… y no llegaste. Creo que eso fue lo peor de este lunes. La sensación de vacío; la medida de la futilidad de todo, de que nada vale realmente la pena, me la dio tu ausencia.

JC

sábado, 2 de mayo de 2009

LA TONADA TRISTE DE FIDEL CASTRO…

…Ya suena bufa.

M, te juré que no contaminaría el blog con política, pero es que esta noticia me impresionó tanto que no pude resistirme. ¡Qué bandido tan cínico! Fidel Castro, no se sabe si en pleno uso de sus facultades mentales ya, balbuceó algo este primero de mayo que los traductores han descifrado como: “Cuba no regresará al redil de Estados Unidos como esclava”. ¿Alguna vez la isla fue libre? ¿Acaso no ha sido presa de los apetitos pedestres de este cruel y sanguinario dictador por más de cincuenta años?

Pobre viejo y malvado Fidel, aún no muere y ya todo se derrumba. Los cubanos continuarán sus vidas más allá de él, libres, y poco a poco irán olvidando sus aberraciones, aunque de tarde en tarde alguien llore por una de sus innumerables víctimas; y eso a pesar de sus desesperados esfuerzos por seguir atormentándolos más allá del infierno. Da cosa, porque sabe que ya nadie lo oye, nadie está pendiente de él como no sea sobre la noticia de su muerte, cuando cada uno de los hombres y mujeres que durante décadas han soportado su oprobiosa tiranía, respirarán con alivio, y con júbilo secreto se dirán: ha muerto la bestia.

Aún asistiremos al circo de sus funerales, de los viejos vividores de la izquierda llorándolo como a un gran luchador social. Los países gobernados por irreflexivos gritaran: basta al bloqueo en su nombre. Ni una sola de sus voces indignas se ha levantado jamás por las víctimas del monstruo, jamás pidieron democracia o libertad para los cubanos; pero no importa, el tiempo cobrará, y a pesar de los líderes del mundo y la entelequia del socialismo internacional, los cubanos reirán esa noche en medio de las lágrimas, lloraran de felicidad mientras bailan, se abrazaran en las sombras, aún con miedo de expresar en voz alta lo que sienten y lo que piensan (pero cómo, si esa es una atribución de los pueblos libres), y en sus corazones gritaran alegres… la bestia ha muerto, al fin ha muerto.

Tengo amigos que siempre han sentido debilidad por este criminal, y no lo entiendo. Cuando se tenía dieciocho se podía creer en revoluciones del proletariado y todas esas cosas, pero a lo largo de casi cuarenta años he aprendido sobre este bicho, sobre los camaradas de la ex Unión Soviética, de los camaradas en Pekín, todos viviendo felices y sabroso sobre la explotación de millones, que ni derecho a queja tienen. Siempre los hago callar proponiéndoles lo mismo: “Bueno, aprovecha que Venezuela tiene buenas relaciones con Cuba, vende todas tus cosas, reúne a tu familia y proponle al gobierno cubano una prueba para que el mundo vea que Cuba es un paraíso del que nadie quiere irse; vete allá con todas tus cosas y anuncia que al primero que te responda una pregunta x, se le dejará ir sin nada, sólo con los puesto y la familia… y ahí verás la cara, y el número, del paraíso”.

Siempre sonríen como diciendo “que tonterías”… pero nadie acepta hacer la prueba. En fin, esperemos… falta poco.

JC