lunes, 28 de septiembre de 2009

GIL GRISSOM, ¡UN BUEN FINAL!

Definitivamente el ánimo tiene que mucho ver en todo lo que hacemos, y aún como percibimos las cosas. Hace meses vi el capítulo de CSI Las Vega, donde William Petersen, Gil Grissom, dejaba la serie y me pareció bueno. Pero este domingo, echadote en mi cama, con flojera de dejarla y bajar al mundo (nada me esperaba), volví a verlo. Y ahora me pareció diferente.

Grissom abandonó la serie como debería salir todo gran personaje (no muerto, o convertido en villano), de buenas maneras. Ya no podía más, estaba cansado de luchar con la miseria humana, con la oscuridad de las almas, y decidió irse. Un gran caso llegó, lo resolvió, se despidió de toda la gente que amaba y salió caminando, a solas, con tan sólo Katherine Willows dándose cuenta y guiñándole un ojo. La primera vez pensé que eso sería todo, que le mostrarían saliendo después de mirar a cada una de aquellas personas con las que trabajó, pero no. Hubo un regalo.

Me encantó verlo sudar, vestido de excursión, viéndose algo obeso, buscando un rastro, un camino en la espesura. Su camino. Uno que lo lleva finalmente a Sara. Su Sara. Fue grato verlo llegar, mirarla como pidiéndole disculpas. O una nueva oportunidad. Fue bueno verlo ir a ella, tomando la iniciativa para variar, demostrando que era humano, abrazándola y besándola. Y ahí terminó. Estaban juntos en el paraíso.

Queda imaginarlos explorando, investigando, llevando una existencia sin prisas, sin pasiones destructivas, descubriendo cosas de mundo y de la naturaleza, pero también de ellos mismos. Siendo felices.

Idílico, ¿no? Sí, es el típico sueño de dejarlo todo atrás y salir a buscar ese pedazo de tierra bajo el sol donde seremos felices. Fue un buen final.

JC

viernes, 25 de septiembre de 2009

¿LA VIDA NO VALE NADA?

Las dos noticias fueron casi simultáneas. En el Zulia unos ex trabajadores de una compañía que el Gobierno tomó a la brava porque no tenía como cancelarle deudas, se cocieron los labios para protestar y que no los racharan de agitadores que llamaban a la violencia. En Caracas un grupo de estudiantes, impotentes ante la justicia del terror, se tiende a los pies de las oficinas de la OEA para iniciar una huelga de hambre que no levantarán hasta que los muchachos presos por manifestar sean liberados, aún sabiendo que el costoso e inútil organismo nada hará.

Las marchas son reprimidas violentamente pero, extrañamente, a la siguiente convocatoria concurren más personas. Hombres, mujeres y muchachos. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Acaso no se intimidan, no temen las lesiones, la muerte o los años de encierro como se está popularizando siguiendo el ejemplo cubano?

Fue cuando leí, en la revista ZETA, este trabajo de León de Greiff, uno de los más destacados poetas colombianos del siglo XX. Y sí, la vida es valiosa, tanto que puede ser entregada por nada ganándolo todo. Disfrútenlo:
……

RELATO DE SERGIO STEPANSKY

Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida…

Y la juego o la cambio por el más infantil
espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo…

La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora,
en un garito,
en una encrucijada, en una barricada,
en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio
hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
-en la periferia, en el medio,
y en el subfondo…-

Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.

Y la juego, -o la cambio- por el más infantil
espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo…
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo ruin, lo trivial, lo perfecto,
lo malo…

Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrico abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lámparas viejas
O por los dados con los que se jugó la túnica
inconsútil:
-por lo más anodino, por lo más obvio,
por lo más fútil:
por los colgajos que se guindan en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morena, la amarilla oriental,
o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: -para
echar a rodar la bola…

cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo; la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra; la cambio por un romance,
la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca; por una pipa,
por una sambuca…

O por una muñeca que llora
como cualquier poeta.

Cambio mi vida -al fiado- por una fábrica
de crepúsculos
(con arreboles); por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina
Cleopatra-
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escalera de Jacob, o por su plato
de lentejas…

¡O por dos jequecillos minúsculos
-en las sienes- por donde se me fugue,
en gríseas podres,
toda la hartura, todo el fastidio,
todo el horror que almaceno en mis odres…!

Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida…
……

JC

miércoles, 16 de septiembre de 2009

LOS CUARENTA

Esta cifra, como alguna vez dije por ahí, inquieta. Es como demasiado tiempo. Si se multiplica por dos difícilmente podemos esperar seguir sumando. No es como los veinte. O los treinta. Personalmente, hace unos tres años, comencé a sufrir una crisis casi de identidad. Me cuestionaba quién era, qué había logrado y a dónde quería llegar. A los treinta y siete años de edad fui botado de una relación que creí estable, para matrimonio y más, y me sentí contento. Hasta entender que no tenía mucho de nada. Ni siquiera logros. Fue más o menos por la época cuando vi, por primera vez, Brokeback Mountain. Ya imaginarán cómo me fue. A mi malestar personal se unieron el pesar y la angustia por relaciones que se frustraban, y el miedo a un carajo que terminaba solo, sin nada como no fueran recuerdos.

Creo que se me había adelantado la crisis de los cuarenta. No es fácil hablar de ese periodo en especial, como no sea un marasmo de días sin sentido, de depresión e insatisfacción (¡me veía tan reflejado en los personajes de esa película!); pero, como siempre ocurre, de alguna manera uno continua. Se adapta. Cambia. O lo simula. El caso es que hace poco leí esta reseña, en El Nuevo País, de uno de sus columnistas al que leo mucho. Un carajo mayor. Hablaba de forma ligera y algo superficial, de los cuarenta. No pude evitar sonreír, reconocí en mí mismo mucho de los síntomas: intranquilidad, el sentir que no había logrado nada, e incluso el deseo infantil de escapar, de cambiar de vida (pensaba en dejar mi trabajo de oficina para irme a vender pescado frito a orilla de una playa).

A diferencia de otras lecturas al señor Rivieras, esta no fue tan fácil de digerir, pero aún así, disfrútenla.
……

LA ARRECHERA COTIDIANA
Por Eduardo Riveros.

¡Crisis: cuántas imbecilidades se cometen en tu nombre! No hablo de la manoseada mutación económica; sino de la que afecta al ser humano. Desde siempre. Y han sido los hombres, los varones, los que mayor provecho o dolor le han sacado a esos saltos. Entre las más notables, respetadas, reconocidas, estuvo y, en parte continua, la Crisis de los Cuarenta. Hasta las familias esperaban con angustia el arribo de ese cambio. Tenían, por doquier, ejemplos de lo desastroso que podía ser el trance. Algunos se iban de sus hogares, con nuevas parejas, habitualmente más jóvenes, más ignorantes e inferior intelectualmente. Les hacían sentir, explican los expertos, superiores. La idea era cambiar una vida insatisfactoria. Barrer la rutina. Otros no seguían ese camino sino que dejaban el trabajo en busca de utopías, o de “hacer lo que siempre he deseado”. Con su tradicional talento, Somerset Maughamen, en “El filo de la navaja”, pone, finalmente, al triunfador Larry como taxista. Y es feliz.

Con las mayores expectativas de vida, esas crisis no han desaparecido, se han trasladado a unos años más adelante. Y, multitudinariamente, se han unido las mujeres. Para ellas, antaño, sólo existían los conflictos hormonales naturales: menopausia, amenorrea. Ahora no. Tampoco ellas se sienten satisfechas con la vida llevada. Pero inteligentes, como siempre han sido más que los hombres, buscan el cambio no en la cama sino en lo profesional, en superación personal, estudian, logran masters y, con ello, un absoluto reconocimiento laboral, empresarial. En esa posición pueden elegir desde mejoras salariales hasta un compañero mejor que el que, también se dan los casos, abandonan en el camino.

En esto las féminas también han igualado a los varones. Tradicionalmente el sujeto buscaba, para su desahogo, personas dependientes, subordinadas. Era más sencillo pedirles ‘travesuras’ sexuales, las que no se atrevían a solicitarle a la esposa, o ésta no les concedía. Con la independencia económica, mayor seguridad, ellas siguen ahora el mismo camino buscando también sujetos ‘dependientes’. Y los preferidos son los instructores de gimnasios. Estos muchachos tienen, hoy, un requerimiento inusitado. Aunque también los chóferes y guardaespaldas gozan de demanda. Y este fenómeno se ha llevado exitosamente a la televisión. ¿Qué otra cosa son “Mujeres desesperadas” o “Sexo en la ciudad”?

En vista de todo lo anterior es que los especialistas dicen que ya no se debe hablar de ‘crisis’; puesto que estas se han transformado en vehículos de superación. Al menos para las mujeres.
……

La verdad es que el hombre es algo tajante, y hasta desagradable, en sus afirmaciones. Pero de que los cuarenta pegan, pegan, la sensación de vacío, de poca valía, nos atormenta. Es como una pared que por un momento te detiene, asusta, y la cual debes superar sintiéndote distinto. Yo llego el año que viene y ya llevo tres años padeciendo lo que se podría llamar una pre crisis.

JC

jueves, 10 de septiembre de 2009

SILENCIO

Del dormitorio donde miro televisión, voy a la cocina para ver que me llevo a la boca; algo, cualquier cosa. Entendiendo que sufro un tanto de depresión, por tantas cosas. Y me pregunto ¿qué haces? Quisiera llamarte, pero me contengo. No quiero atosigarte, no deseo que debas contestar por obligación. Pero me intriga, ¿serás tan feliz que intoxicada de dicha te permites ser un poco egoísta… o sufres y no quieres que nadie escuche tus lamentos? Tal vez, simplemente, no tengas un instante para nada. A veces pasa. A veces la vida corre demasiado rápido, un día tras otro, sin dar tiempo para nada. Una vez me dijiste que había que detenerse, tomar aire, elevar la cara al sol y sentirlo. Lo he hecho. Y sonrío. ¿Lo recuerdas?

No debí pensar en ti, ahora tengo más hambre. Estoy más deprimido. Mejor elevo un poco más el volumen de la tele.

JC

¿UN BAÑITO DE RESPETABILIDAD?

Pobre. Y lo digo por el rey, no por Rodríguez Zapatero.

Después de una triunfal gira que lo llevó a codearse, retratarse y darse abrazos y amapuches con Omar Al-Bashir, Mahmoud Ahmadinejad, Muammar el Gadafi, Robert Mugabe, Alexander Lukashenko y Vladimir Putin, y para no desentonar y continuar sintiéndose en casa, Hugo Chávez saltará a España para retratarse también con su panita del alma, Rodríguez Zapatero. El único que le aceptó la visita. Pero nuestro Chávez quiere, exige, y se le concede, que el rey Don Juan Carlos, lo reciba también. Y al pobre señor, enredado por los Desatinos socialistas, no le queda más remedio. Y lo peor es que nadie sabe a qué va, exactamente, Chávez.

Bueno, soy duro con ese… gobierno, por su manifiesta admiración por el estadista venezolano, a quien aprecian y admiran tanto. Después de todo el señor Rodríguez Zapatero no puede ser tan malo, nunca como ahora había vivido España un momento tan brillante económicamente hablando, amén de seguro. Que nadie se sienta ofendido, hablo por el hígado.

Lo siento, M, había prometido no hacerlo, pero es que… como dice la canción: los odios tanto que a mí mismo me sorprende mi forma de odiar.

JC

viernes, 4 de septiembre de 2009

Del blog UN LAZO A JAKE GYLLENHAAL (buen nombre, ¿eh?), extraje esta fotografía. Cada vez estamos más cerca del gran estreno… pero no lo suficiente. Sin embargo, debo confesar que espero por esta cinta como aguardaba por El Guasón de Heath Ledger, ansioso pero inquieto, aunque al final le fue de maravilla (qué actuación brindó). Ahora esperamos por Jake.

Primera imagen oficial, El Príncipe de Persia

Un aporte de Alas... 12:04 PM
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Julio César.