jueves, 21 de mayo de 2009

¿EN DÓNDE ESTÁS?

-A veces duele tanto…

Quisiera abrazarte y fundir mi cuerpo en el tuyo, pero no estás. El calor que acompañaba mis noches ha cesado. Mirarme en tus ojos con tan sólo volver el rostro siempre me maravillaba, qué bien me veía en ellos, porque me querías. Tus brazos delgados y tus manos pequeñas tenían el poder de dejarme sin aliento, derrotándome en la batalla del amor, pero reposar tan sólo unos segundos en tu pecho bastaba para recuperarme.

Dime, ¿te acuerdas de mi mirada, esa que te hacía sonreír porque te parecía pícara, brillante y amistosa, porque dejaba ver ‘un alma’ alegre y soñadora? ¿No esperas verme aparecer al dar una vuelta para colgarte de mi cuello? ¿No sientes deseos de pronunciar mi nombre? ¿Te dolerá al recordarme como me pesa el pensar en ti?

Anoche la noche duró demasiado y en medio de tanto silencio no podía dormir. No sabía que sonido faltaba… hasta evocar los latidos de tu corazón. Qué grande me parece ahora mi lecho, que silencioso mi apartamento… que vacío todo. Pero esto ya lo he vivido, me repito; no obstante imaginar los días que vendrán, sin ti, me roban la paz.

Ahora extraño a la gente que de tarde en tarde, en algún momento, me dijo “te quiero, vaquero”, porque ahora tú, tal vez, ya no lo harás.

JC

1 comentario:

  1. Será que somos animales de costumbres... que por repetir, repetimos hasta los fracasos.

    Me duele verte así, vaquero, y aunque sé que no es mi palabra la que más anhelas en este momento déjame que te diga 'te quiero mucho, vaquero!'

    Cuídate.

    ResponderEliminar