sábado, 21 de marzo de 2009

CAE LA TARDE

El sol declina y la noche se insinúa al fin en nuestros corazones. Terminará la jornada y nos entregaremos al reposo, a las llamadas telefónicas, a las visitas gratas de gente que disfruta la compañía. Los jóvenes amantes tienen el compromiso de ir a casa de la persona amada, de jurar que quieren y adoran por encima de todas las cosas. Las pasiones maduras se consuelan, con un suspiro que nace en el alma, con la llegada del descanso. Tal vez halla una sorpresa de última hora, y ella escuche de sus labios: “vamos a salir, mi amor, a hacer cualquier cosa”. Y será grato, como puede serlo también yacer sin nada que hacer, uno junto al otro.

Sin embargo, temo este anochecer, este sábado de marzo que casi termina. En mi casa falta algo, mi vida no está completa. No importa cuanto lo retarde en reuniones, en medio de risas y brindis, en coqueteos que sé a nada llegarán, porque no me entregaré; y del ojo que me aprecia, de aquel al que no escapa mi aflicción, llegará la pregunta: “¿qué pasa?”. Nada; esa será la respuesta, la respuesta de siempre. Pero no estoy contento porque al final de la velada me espera una casa vacía.

Y allí, cuando llegue el momento de ir a la cama, extrañaré tu risa, desearé mirarte; querré tenerte cerca para tomar tus manos y que oprimas las mías consolándome con el amor que de ti sale. Cerraré mis ojos e intentaré evocarte como un día, años ya, te soñé por primera vez. Me sentiré solo esperando tu abrazo, perdido añorando tu llamada. Con un dolor mío del que no hablo, del que nadie sabe; te echaré de menos como siempre… sabiendo que lo peor de todo es que no sé quién eres, nunca te he visto, jamás a mi vida has llegado por más que te he esperado y que en mil rostros te he buscado. Extraño y sufro por un cariño que nunca fue.

Larga será la noche, y mientras vaya cayendo en un sueño sin sueños ni reparador, me prometeré una vez más que mañana, pase lo que pase, como dice la canción: salgo a buscar el amor.

Julio César.

2 comentarios:

  1. ¡Ay vaquero!

    Por entradas como esta, como la de Noelia y la de Ricardito quise conocerte.

    Como tú me dijiste una vez: si en vez de vivir a esta distancia fuéramos vecinos, nadie te libraba de que esta tarde cayera por tu casa reclamando un café... y ¡quién sábe!.

    Cuídate.

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  2. Y lo sostengo. Con lo pasado que soy me habría echado en tu sofá hasta que tomaras una escoba y me sacaras a palos. Hay momentos cuando, sencillamente, ya no puedo ni funcionar. Me habría gustado que estuvieramos cerca. Y sin embargo, me oculté de mucha gente.
    JC

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