miércoles, 1 de julio de 2009

LOVER STORY EN ANKARA

Sí, ocurrió allí, en Ankara, Turquía, tierra donde las mujeres aún luchan por ser tratadas como iguales por los hombres. Y sin embargo había un hombre para quien su mujer era su vida, aunque no lo expresaba bien. Abdullah, de ochenta y tres años, estaba casado con Kubra, de ochenta y dos, desde 1945; tal vez en medio del jolgorio de un mundo que escuchaba que la Guerra había terminado. Por treinta y siete años convivieron como una pareja feliz, aunque sin hijos. Resignados a no poder tenerlos adoptaron a un sobrino; pero justo ese año sostuvieron una discusión agria y amarga, tras la cual dejaron de hablarse durante los últimos veintisiete años. Simplemente eso, no volvieron a dirigirse la palabra. Nunca. Abdullah abandonó el lecho conyugal y se mudó a una habitación del sótano de la casa, que también incluía una tienda. Ahora bien, Kubra, su mujer, murió hace poco, el 27 del mes pasado, y Abdullah quedó abatido.

Quienes lo visitaron para darle el pésame, lo encontraban perdido, lloroso, caminando por toda la casa, entrando en las habitaciones dejadas a su mujer, y donde nunca más puso un pie desde la disputa; dos horas más tarde, ese mismo día, lo encontraron sin vida. Tras los funerales de ambos, el hijo de Abdullah y Kubra, dijo a todos quienes querían saber de la triste historia: “Se querían mucho, como era sabido, pero su obstinación fue rota sólo por la muerte”. Qué lamentable. Eso creo. O pudiera ser, tal vez, que en medio de ese mundo de silencios y miradas al pasar, fueran felices. No lo sé. Uno, más tonto y dramático, cree ver a un anciano que, a la vista del cadáver de su amada Kubra y una secesión de días vacíos sin ella, decide partir también. Para ver si la alcanza.

JC
Feliz aniversario, M.

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