sábado, 18 de julio de 2009

¿HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE?

No quiero sonar siniestro, pero me agradó esta columna escrita por Eduardo Riveros, en El Nuevo País, por eso la reproduzco:
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Hablemos de amor. Especialmente de esa pareja que hizo realidad aquello de: “hasta que la muerte nos separe”. Sir Edward Downes y su esposa, Joan, vivieron una devoción que se extendió por cincuenta y cuatro años. Ambos, gravemente enfermos y sin esperanzas, decidieron recurrir al suicidio asistido; que no es lo mismo que eutanasia. Se inscribieron en la asociación suiza Dignitas, que es donde se puede lograr ese tipo de objetivos. En Gran Bretaña la práctica está perseguida. Por ello cada vez son más los ciudadanos británicos, alemanes, franceses, que recurren a esa empresa, en busca de una solución digna, la cual tiene su central en Zurich y la dirige el activista Ludwig Minelli.

Sir Edward, de ochenta y cinco años, estaba catalogado como uno de los mejores directores de orquestas británico. Fue elevado al rango de Caballero, 1991, por la Reina Isabel Segunda. Su esposa fue una reputada bailarina y coreógrafa. Durante años de tranquilidad, sosiego, compañía, vivieron ocupados en sus actividades. De pronto el horizonte de la pareja se oscureció por completo. Aparecieron las enfermedades. Él, como una maldición dada su profesión, comenzó a queda sordo y ciego. Ella padecía un cáncer terminal incurable. Sir Edward podría haber vivido sobrellevando su propia desgracia; su salud no era tan precaria. Pero, como afirmara, no pensaba dejar a su mujer, después de cincuenta y cuatro años juntos, morir sola. De allí que ambos acordaran acabar con sus vidas mediante la gestión de Dignitas.

“Murieron en paz y en las circunstancias que ellos mismos eligieron”, anunciaron los hijos del matrimonio a amigos y allegados. El caso hizo revivir la polémica sobre este tipo de inmolaciones. Los partidarios, en Inglaterra, dicen que nada se saca con prohibirlas sí con viajar a suiza se obtiene lo deseado. Algo parecido a los abortos en alta mar. Se asegura que, sólo en este año, los menos ciento quince ciudadanos del Reino Unido partieron en busca de este tipo de desenlace. Las leyes suizas no censuran la asistencia al suicidio; siempre que no medien móviles egoístas como herencias, títulos nobiliarios u otras razones siniestras.

Al margen de las posiciones de conciencia, el ejemplo de los Downes es sobrecogedor, honrado. Más todavía en un mundo donde lo que destaca no es el amor sino el desamor, los divorcios y el abandono. Cada días más escandalosos y miserables. Ellos no; juntos caminaron tomados de las manos: “Hasta que la muerte nos separe”. Simplemente hermoso.
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Como te dije una vez, M, estas son las cosas que creo. Por cierto, esos no son ellos. No encontré una juntos.

JC

1 comentario:

  1. Conmovedor. Será que estoy influenciada por mi momento, pero se me han erizado los vellos de la nuca hasta el dolor.

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