sábado, 4 de julio de 2009

ESTOS SABADOS EN LA NOCHE

Hubo días que eran de salidas, de fiestas y reuniones. De citas. De corazones que palpitaban con la dulce expectativa de los encuentros como mariposas en la barriga. Había quienes salían de caza, atractivos, perfumados, sonrientes. Seguros de que la noche les pertenecía. Otros, con la sonrisa en los labios, esperaban a la persona indicada, aquella que en una pista oscura, atrapándola entre sus brazos, a su oído mentiras hermosas y maravillosas contaba. Enamorando. Ilusionando. Ahora únicamente miramos la pila de cosas por hacer, la casa por arreglar. El teléfono que no suena.

La noche, que mientras se acercaba nos hacia suspirar, "Descansaré, tomaré algo y miraré televisión”… termina convirtiéndose en una pesadilla donde una idea, y sólo una, da vueltas en nuestras cabezas, torturándonos: “¿Qué me pasó?”. Allí está el teclado, los “amigos” que no ves, pero a los que ahora te aferras para saber que en este mundo continúas. Pero nada. Discaste y el globo dio ocupado como dijo una vez Quino. ¿Qué esperabas? Es sábado en la noche, el tren sigue pasando, tan sólo tú lo has perdido… O eso te parece, mientras te autocompadeces. Pero mañana todo cambiará, con la llegada del día esas inquietudes olvidarás. Hasta tu próxima noche de soledad.

Pero aún en mis momentos más oscuros, sonrío recordándote, amiga; me pregunto ¿qué estarás haciendo? ¿A quiénes encantarás, en estos momentos, con su mirada? Caer y levantarse, me dijiste que a veces, a eso se resume todo.

JC

NOTA: Veo M, que tengo noticias tuyas. Te conozco, pilla, seguramente tienes un compromiso, una salida, una fiesta. Andas desatada. Ahora te leeré.

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