sábado, 22 de agosto de 2009

JUANES, EL COME FLOR, Y LA INTOLERANCIA

No voy a negar que cuando escuché que Juanes, el gran cantante colombiano, pretendía presentar un concierto en Cuba, como ciudadano de un país al cual los tiranos cubanos han hecho tanto daño, me molestó la noticia. Pero hasta allí. De Juanes se tienen referencias de hombre sensato, responsable con el mundo y decente, sus declaraciones sobre que no le gusta Álvaro Uribe Vélez, pero que le agradece todo lo que ha hecho por Colombia, y que era un presidente históricamente necesario, así lo deja ver; pero me parecía que se pasaba de ‘inocente’, que ese par de vagabundos, los hermanos Castros, lo utilizarían propagandísticamente.

Pero de ahí al odio que se ha desatado contra el hombre en Miami, donde vive, hay un abismo francamente alarmante. El que se le llamara de todo y se quemaran sus discos, me pareció feo. Para él, a quien eso debió sorprender y lastimar (repito, parece sensato, decente y humano), como parecía doler a esa gente que lo hacía. Me parecía que exageraban, pero cuando escuché que comenzaron a hablar imbecilidades de Olga Tañón, sí que me molesté.

Olga Tañon es una mujer muy querida en Venezuela, hay tiempos cuando parece que hasta vive aquí; es una persona diáfana, clara, directa, simpática, fuera de gran artista. Hasta yo canturreo sus tonadas y eso que la música actual no me agrada tanto. Que la llamaran vagabunda, tonta útil y otras lindezas, me pareció un abuso. Está bien odiar al régimen despótico que lleva tantas décadas sangrando y martirizando al pueblo cubano (cosa que, a decir verdad, jamás le ha importado a nadie, y menos a los que iban a rizarle la barba al sanguinario dictador), y se puede no estar de acuerdo con el fulano concierto, pero otra es amenazar, disfamar y odiar a alguien de repente por ello.

Y sin embargo, M, también yo peco de eso. Escribo todo esto porque tengo un amigo al que conocí hace meses cuando vino de Argentina a revisar unos equipos médicos que nos vendieron por el intercambio con el gobierno de los Kirchner; nos conocimos y agradamos. Sus correos son como muy amistoso; y como si de una gran cosa se tratara me infirmó que pronto vendrá nuevamente a Caracas porque el Gobierno se ha embarcado en comprarles nuevos peroles. De forma casual hizo un comentario: Chávez es un hombre bueno que se preocupa por los pobres.

Ay, M, las cosas que le dije. Creo que se me pasó la mano. De hecho me escribió respondiéndome que una cosa no tenía nada que ver con la otra, que dos personas podían ser amigos compartiendo algunos puntos de vistas, aunque difieran en otros. A un nivel intelectual lo entiendo y acepto, pero no puedo. Sencillamente ya no puedo tratarlo igual. Quisiera, pero mientras le escribo algo recuerdo lo que piensa y tan sólo deseo terminar, no contarle nada. Dejar de escribirle. Incluso espero que no me escriba más, que sea él quien de la amistad por perdida.

Extremo, ¿verdad? Pero a eso es empuja la gente cuando un régimen decide desatar el odio entre la población: haré que estos odien a aquellos, y mientras uno de los bandos esté conmigo lo demás no importa.

Creo que nos falta demasiado para salir de esta pesadilla, pero deberíamos comenzar por tolerar lo que otros piensan. Aunque resulte tan difícil.

JC

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